21 septiembre 2006

santos

Es jueves y Camila llega tempranísimo al depa porque, tal como nos habíamos propuesto, partimos pa Santos. Léo no pudo acompañarnos así que nos mandamos los 4 solos no más.
Llegar al terminal no fue difícil y el viaje es bien bonito. Después de atravesar una especie de cordillera costera y pasar por un laberinto de túneles y puentes llegamos a Santos.
Largas avenidas llenas de palmeras, agitada vida junto a la playa y un sol que está de lujo pero no mata nos hace pensar que ahora sí estamos en el Brasil que a todos nos parece familiar.
Un recorrido rápido por el lugar, comemos algo y nos vamos a la playa. Hay gente jugando a la pelota por todos lados, carritos que venden copete en la misma playa (claro que mucho más caros) y algunos quioscos que ofrecen exclusivamente agua de coco...


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Este punto aparte es precisamente pa'l agua de coco: en Brasil, un estómago entrenado como el mío (y acompañado de un presupuesto modesto) puede darse el gusto de comer lo mismo que la gente de allá, es decir... en la calle.
Brothers and sisters, comí de todo: sandwich de $300 (y si no, que alguien me diga cuánto es 1,2 reales), empanadas fritas en el aceite "mais ruin do mundo", esfihas (no eran tóxicas, pero eran muuuuchas) y hasta un trozo de quién sabe qué parte de un chancho en medio de una feijoada... nada de eso me pateó la guata como la bendita agua de coco. Que no se malentienda, es súper rica... algo así como un jugo de piña más suavecito, refescante y abundante... porque sólo un coco trae casi medio litro calculo. El problema fue en la noche; según me dijeron después, esa agua es muy "fuerte" (como cuando uno toma leche al pie de la vaca) y después de unas horas sentía que me había comido el equivalente a tres "manhattan"... en definitiva, a medianoche me enamoré de la taza'el water... :P

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En la playa todo es vitalidad y ejercicio. Hay viejitos jugando ajedrez por ahí cerca y señoras baliando arriba de una torre vigía. Nos mandamos a caminar en busca de un terminal más cerca del que llegamos (para... jeje... ahorrarnos la micro de vuelta) y en eso se nos va toooodo el día porque la playa es gigante. Nos pasamos a tomar un café por ahí y llegamos destruidos pero contentos al lugar desde donde salen los buses a Sampa. Después de subirme no me acuerdo nada más.

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