Después de almorzar en un bufet (dónde más jajaja) partimos con Sergio y Felipe a la rua 25 de marzo.Son varias cuadras con puras tiendas de músicas. Habían gabinetes y cabezales del porte de un ropero, cientos de pedales análogos, Fender Toronado que no había visto nunca (además de una Jazzmaster), una que otra Gibson ES-335 de requetelujo... al más puro estilo Chuck Berry, pero la que más me trastornó fue una Gretsch naranja modelo aniversario igualita a la de Brian Setzer, ahí sí que literalmente quedé con la boca abierta.
Sergio se volvió loco eligiendo un pandero brasileiro y aprovechó de comprarle cuerdas a Cochinón. A Felipe le hicieron una buena oferta por trocar su teclado lo que lo puso a pensar... ¿cuántas visitas a las churrasquerías le alcanzarían?
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En la noche nos juntamos con Tati, Camila y Cáio, después de pasar a su depa nos fuimos a una churrasquería a degustar la carne brasilera... ¡de lujo! la preparan muy bien sobre una leña bien aromática que le da un toque único y si bien no iguala a la carne argentina casi casi empata en los descuentos.
Luego de eso, fuimos a otro bolichito a probar el misterioso "açaí" que es un postre... extraño; cuando lo ví supe por qué el Chico no había podido describirlo.
Es como fruta molida con hielo frapé casi imperceptible. El que pidió Cáio traía plátano y por el resto del sabor, sospecho que el açaí es algo muy parecido a la rosa mosqueta, aunque no estoy seguro... ¡mu' güeno!
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