12 mayo 2005

(ahora) subiendo

Hay amistades que nacen de algún modo más entrañable, en algún momento especial o sorpresivo; pero con Pablo me acuerdo exactamente cuándo nos hicimos amigos: íbamos bajando una escalera mecánica y me preguntó qué música me gustaba tocar.
Cuando yo era chico y vivía en Punta Arenas, incluso antes de irme a vivir a la pampa por unos años, yo tenía un muy buen amigo, Tito. Su viejo era marino o algo así, y más temprano que tarde se tuvo que ir a Concepción. Lo único que sabía yo era que vivía en un lugar que se llamaba "San Pedro", pero no tenía ningún teléfono ni menos su dirección, así que cada vez que veníamos de vacaciones con mi familia y pasábamos por ahí, en mi inocencia de niño yo trataba de mirar las caras de todos los niños que jugaban en la calle pero, obviamente, nunca encontré a Tito.
Bueno, vuelvo a la escalera mecánica... o más bien, a unos días antes, cuando Pablo me dijo que su mejor amigo de niño, cuando recién llegó de Chillán, había vivido en Punta Arenas y alguna vez le había hablado de alguien allá. Nos reímos harto de la "coincidencia" cuando nos dimos cuenta que ese otro era yo. Y el tiempo fue terminando la anécdota cuando nos hicimos muy buenos amigos con Pablo, quien se ha encargado de contar la historia tantas veces como ésta misma ha surgido en alguna conversa; siempre con esas cuotas de gracia, misterio e histrionismo que sólo él puede darle a cualquier relato, aunque esté hablando de cómo hervían las teteras cuando no existían los hervidores.
Me contó que le gustaban las "Telecaster" cuando yo apenas diferenciaba una guitarra española de una eléctrica; me hizo mi primera y única clase de guitarra y aunque todavía espero la segunda, tuvo una paciencia única para acompañarme todas las veces que yo no me atreví a tocar solo; muchas veces me invitó a dormir a su casa, donde conversábamos de lo que nos gustaría hacer a futuro, nuestras proyecciones, orábamos juntos y, por supuesto, escuchábamos música. Viajamos un par de veces juntos, cuando lo invitaban a tocar a algún lado y yo, de puro expectante, me las ingeniaba para colarme en los viajes; como esa vez en Puerto Montt cuando nos hizo creer por un momento que la guitarra misma estaba adorando hasta que una vez me dijo que él cantaba así, con 6 cuerdas; apenas unos días después decidimos que esa guitarra no podría venderse nunca. Alguna vez discutimos, sí, pero sólo para luego fortalecer más la amistad. Los dos supimos de las penas y alegrías del otro; creo que pocas personas pueden entenderse uno al otro como nosotros.
Su espera fue como tenía que ser, supongo, y seguramente su paseo por San Pedro fue mejor de lo que muchas veces se imaginó. Ahora está Claudia con él y cada momento juntos debe ser memorable para ellos, como cuando el sábado pasado se pusieron de novios en Santiago; lamentablemente no pude estar ahí, pero puedo decir que esa noche estuve casi más nervioso que él y lo llamé apenas intuí que todo había salido bien. Seguro no pude transmitir toda la alegría que siento por lo que está viviendo mi amigo, pero lo intenté como mejor creo hacerlo, escribiendo; y creo que no me queda nada por decir... ah, ¿mi respuesta en la escalera mecánica? patudamente dije: "jazz y blues".

Pablo, Alfonso y Felipe (enero 2004).

No hay comentarios.:

 
Alfonso Levet 2010. Algunos Derechos Reservados Alfonso Levet. Blog alojado en Blogger Plantilla creada por Deluxe Templates.