Miel no vimos por ningún lado, pero chocolate sí y por todos lados. Nos fuimos a Puerto Manzano, un barrio residencial turístico cerquita de Villa La Angostura en Argentina. Lo pasamos muy bien, pasamos frío cuando salimos pero estuvo lindo.
La vergüenza fue decirle todos los días "Sebastián" al alemán (o ruso) que administraba las cabañas; el último día lo llamo por teléfono y le digo:
- Sebastián
- Esteban
- Noooo, ¿en serio te llamas Esteban? ¡todos los días te he dicho Sebastián!
- Y bueeeeno... Sebastián, Esteban... da igual.
Seguramente, como ocurre con extranjeros de Europa oriental, tiene un nombre impronunciable y se inventan uno en español... por eso le daba un poco lo mismo qué nombre le decía yo.
Del bosque de arrayanes lamenté no poder ver "el arrrrrrashán más grande del mundo, che" porque en invierno sólo hay un sendero habilitado.
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