01 marzo 2006

sinuosidad (basado en una historia ficticia)

"¿Nos pueden dejar conversar un momento?" pido, inusitadamente amable, sin soltar su mano, pero desviando la mirada unos segundos. Cuando vuelvo a mirarla ya se ha distraído y animadamente habla con unas amigas. Miro la mesa preguntándome si valdrá la pena, concluyo que sí, y ensayo una sonrisa. Me mira nuevamente y me arregla el pelo, en realidad me despeina un poco. Dice que está pendiente pero que cómo, que quizás sería mejor en otro momento, cuando estuviésemos solos. Arrugo un poco la nariz como para que sepa que no me convence, de todas formas le digo que no tengo apuro pero que sería bueno, porque hay que prestar atención a lo que nos diremos.
La gente sigue pasando un buen rato y me parece estar en el centro de un desorden divertido del que, sin embargo, no me siento parte. La música me parece bien, y los ruidos de algunas copas y otras cosas sobre las mesas parecen complementar a la perfección, aunque a su propio ritmo, el ambiente. Nos paramos un momento y damos vueltas por el lugar, ella es una suerte de alma en esta fiesta, aunque esto no sea tal cosa ni tampoco sea ella su alma realmente.
Al rato intento salir de su lado para darle espacio, puede que lo necesite. En menos tiempo de lo que me tomó alejarme está de vuelta cerca mío y me dice que esté con ella. Hay mucha gente conversando cerca y prácticamente no la oigo. Le indico unos bancos y nos sentamos nuevamente. Varios nos ven y esperan, incluso más entusiastas de lo que parecemos nosotros, que finalmente lleguemos a decirnos algo. Toma mi cara entre sus manos y fija en mí su mirada por un instante breve pero eterno, hasta que dice:
- Te amo.
Más pronto de lo que quisiera el tiempo vuelve en sí y con él, el ruido y movimiento de la gente y de las cosas. Ella se para y parece que no me hubiese dicho nada, como si hubiera sido un lapsus y la alegría me abandonara para llenar tan sólo el espacio existente entre los demás. Le digo que la espero en un lugar que le señalo. Dejo la luz del día mirando cada tanto hacia atrás, desde donde me hace señas con la mano. Al entrar en la casa ésta me parece mucho más oscura de lo que realmente es y a pesar de ello acá me siento muy a gusto. Me siento cerca de las puertas abiertas de par en par, leo y a la vez converso con los demás que están dentro, dejo una silla libre junto a mí para que ella ocupe cuando se acerque. Al pasar un rato me ronda lenta, pero implacablemente sin embargo, la certeza de que ella se ha olvidado... no viene ni vendrá.

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