04 marzo 2006

ojo con los conitos, ¿viste?

"Bueno, parece que vamos a buscar a la partera, ¿eh?" me dice el gendarme hablándome fuerte y yo de verdad pienso que "la partera" es la libreta de partes mientras repaso qué pude haber hecho mal a sólo 10 minutos de subirme al volante de un auto en Argentina.
"¿Qué pasa, eh?¿si hacés algo así en Chile, qué pasa?¿qué tengo que hacer yo?"
Como todavia no caigo en mi falta apenas balbuceo:
Ehm... no se, ¿lo que corresponda?, "¿no sabés que cuando hay conitos y un policía, sacamo' un poco la patita y le bajamos' al acelerador? Eso es así en todos lados... Allá en Chile a los carabineros los respetan, ¿eh?... hasta a Pinocho lo respetan." Eso casi me hizo hablar, pero sigo en silencio agachando el moño. Pienso que si le digo que no vi los conos, querría decir que sí sabía que significan "PARE", así que sigo en silencio. "Así que vamo' a ver si se respetan más las señales, ¿estamos? mirá que te puedo embromar el viaje si te saco una infracción y después tenés que ir a declarar todo eso... Si las leyes de tránsito son iguales en todos lados... lo que pasa es que acá somo' más blanditos... ya, a ver pibe, mostráme los documentos...". Después de esto aprendí que cada vez que uno ve una cosa naranja en la carretera, aunque sea un tacho de aceite pintado, y un policía (sin importar que tenga la camisa afuera, este todo chascón y se parezca al sargento García del Zorro) hay que ser caradura, como los conductores trasandinos y bajar la velocidad a... nada, cero kilómetro por hora, si es posible pasar gateando, a fin de cuentas, cien metros más allá puedes acelerar a fondo como si no hubiera ningún control a tus espaldas y llegar a 150 km/h o más si el auto aguanta y así disfrutar del excelente asfalto argentino.

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