27 febrero 2010

Terremoto

Anoche me fui a acostar cerca de las 3 luego de quedarme viendo TV pero no alcancé a dormirme porque un suave temblorcito me hizo pensar que la Pati se asustaría.
Luego de unos segundos me di cuenta que la cosa venía fea y le dije que se levantara; tomamos a la Olivia y desde una zona segura, le gritábamos a la tía Yebi para que se despierte.
Luego de un minuto, aunque la electricidad se interrumpió la cosa se calmó y pudimos intentar llegar a la puerta del departamento y bajar luego de recoger algunas cosas escenciales en caso de que la cosa se pusiese peor.

Nos fuimos por un momento al frente del edificio pero al percatarnos del poco espacio entre los balcones del edificio (con sus adornos) y los cables del tendido eléctrico decidimos irnos al estacionamiento, lugar bastante más libre respecto de eventuales derrumbes o caídas de material. Se escuchaban autos corriendo, camiones de bomberos y ambulancias. Entre medio, Felipe volvió de un concierto en Valparaíso directo a nuestra casa.

Tras una hora y media de escuchar terribles noticias en la radio (incluído el reporte de un hombre muriendo a los pies de un reportero mientras era asistido por paramédicos) el suministro eléctrico volvió y decidimos volver al departamento.

Luego de eso, horas de noticias en TV, el lento retorno de internet (twitter y FB fueron muy útiles esta vez) y la incertidumbre de no saber cuál era la situación en los alrededores

...

Las noticias de los parientes se sucedieron más lentamente de lo que hubiésemos querido.
De los primeros que supimos fue de Álvaro y su familia que estaban bien en Puente Alto. Pamela fue devuelta a Punta Arenas porque SCL estará cerrado por 72 horas y apenas si alcanzó a despegar.
De mi mamá supimos cerca de las 10 de la mañana por la Feña Dasencic; está en la casa de mi abuela en el campo junto a mi primo Pablo, su esposa e hija.
Mis suegros llegaron a Concepción esta mañana y se encontraron con la casa como si hubiese sido saqueada; además de eso, han soportado fuertes réplicas todo el día.
La Jeri fue la última en dar señales de bienestar cerca de las 11 y media.

...


Una vez confirmado que la parentela estaba bien, salí a buscar comida preparada para la Olivia.

Santiago se veía desolado y como un pueblo fantasma volviendo a la vida. Pocas personas en las calles sucias y algunos escombros.


El Metro no está funcionando pero se tiene esperanzas de que mañana funcionen todas las líneas, excepto la 5. La locomoción colectiva es escasa y los semáforos están apagados.


La gente se volcó a los pocos supermercados aunque no se registraron mayores desordenes. Mucha gente comprando cosas "no-urgentes" (duraznos, tortas ni detergentes son de vida o muerte) hacían más lento el trámite.

 

 Algunos turistas intentaban comunicarse con sus seres queridos a través de celulares afuera de los hoteles, o esperando su turno en los centros de llamados.
La telefonía celular está funcionando a su mínima capacidad y las llamadas son como el triple que un día normal.
Dependiendo del lugar, a veces es más fácil comunicarse a una línea fija, otras veces a celular.



La situación es de tensa calma. Se ha sucedido temblor tras temblor, aunque en la zona de Concepción las réplicas han sido muy fuertes. La gente aparenta seguridad y vida normal; se intenta retomar las actividades e incluso los vendedores ambulantes estaban vendiendo películas en la calle.

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