el país de las maravillas

Hace unos días Pamela le ofreció a la Coté, compañera de ella en la U, celebrar el cumple de su hija, Alicia, aquí en el departamento (ella es de Santiago). Mi mamá dijo feliz que sí y después conversando con mi papá decidieron que era una buena oportunidad para devolver la mano de cuando a mí me celebraron un cumpleaños...pero, ¿quienes?
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Antes de empezar el viaje en auto desde Punta Arenas hasta Concepción, el pastor de la Alianza Cristiana y Misionera (donde se congregaba mi familia en esos años) les pidió a mis papás que pasen a visitar a unos amigos de él a (San Carlos de) Bariloche. El 10 de diciembre de 1983 llegamos a la casa de ellos; la señora era cristiana, chilena y el marido, judío. En una conversación, seguramente después de almuerzo, mis papás comentaron que ese día yo estaba cumpliendo 4 años y ellos, que no tenían hijos, se pusieron como locos a organizar una fiestita; compraron globos, challas ('chashas' en Argentina jaja), confites y hasta una torta e invitaron a niños de quién sabe dónde para celebrarme el cumpleaños. Hasta un gorrito me pusieron, cantaron y sacaron fotos. De ellos nunca más supimos y cada vez que uno le pregunta el apellido de la familia a mi papá, él inventa uno distinto, pero las fotos con mis incidentales amigos me recuerdan siempre que el amor es algo que nunca espera retribución.